
En tiempos donde el protagonismo y el ego parecen marcar la pauta entre los líderes mundiales, el Rey Felipe VI nos dejó una lección inesperada. El pasado 3 de junio, la cuenta oficial del Museo del Prado en Instagram (@museoprado) compartió un video donde el propio monarca, con cercanía y sencillez, hace de guía para explicar el cuadro “Las Meninas” de Velázquez.
Hablar de “Las Meninas” es hablar de una obra que desafía todas las convenciones. La particularidad de Velázquez no está solo en su técnica, sino en su osadía: se coloca a sí mismo en el corazón de la escena, pincel en mano, rodeado de la familia real. No es un simple espectador ni un humilde servidor; es un actor principal, casi un igual entre reyes e infantes. En pleno Siglo de Oro español, donde los artistas rara vez reclamaban protagonismo, Velázquez se autorretrata dentro del cuadro más importante de la corte. Es un gesto extraordinario, casi revolucionario, que revela tanto su ambición como su conciencia del propio valor.
Este acto ha dado pie a cientos de interpretaciones:
¿es una declaración de poder del pintor?
¿Una reivindicación del arte como disciplina digna de los más altos honores?
¿O simplemente un guiño de vanidad?
Lo cierto es que, con este gesto, Velázquez se asegura un lugar eterno, no solo como testigo, sino como protagonista de la historia.
Curiosamente, aunque Velázquez se coloca en el centro de la escena, rara vez firmaba sus cuadros. Este detalle ha sido interpretado de formas muy distintas. Algunos lo ven como una manera de dejar que la obra hable por sí misma, sin la necesidad de estampar el nombre del autor. Otros, en cambio, sugieren que es una muestra de seguridad absoluta, incluso de egocentrismo: su estilo era tan inconfundible que no necesitaba firmar para ser reconocido.
El propio Velázquez dejó alguna pista al respecto. Se le atribuye la frase:
“No es necesario firmar lo que todos saben que es mío.”
Quizás una expresión de egocentrismo, al asumir que su genio es tan evidente que su firma resulta superflua.
Hoy, el contraste es inevitable. Mientras algunos líderes parecen convencidos de que el mundo gira a su alrededor—como Donald Trump, actual presidente de Estados Unidos, o Elon Musk, el hombre más rico del planeta—, el gesto del Rey Felipe VI apunta en otra dirección. Quizá, si vieran este video, podrían aprender algo sobre humildad… o al menos sobre cómo estar en el centro de la escena sin reclamar todo el protagonismo.
En un mundo saturado de egos, la humanidad y la humildad son virtudes necesarias. Ojalá más líderes, sean reyes, presidentes o empresarios, se animaran a acercarse a la gente y dejar que sus actos hablen por ellos, en vez de buscar siempre el centro del cuadro.
Roy J Rizo D’Arthenay
Business Coach
