¿DUDAR es de lideres?

En el mundo actual, la velocidad parece ser la única constante. Las organizaciones avanzan a ritmo frenético, movidas por la presión de los resultados inmediatos, los indicadores financieros y las potenciales amenazas de la competencia. En este contexto, muchos líderes operan en automático, guiados por la urgencia de las tareas y los objetivos, dejando poco espacio para la pausa y la reflexión.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando un líder se atreve a cuestionar sus propios procedimientos? ¿Qué sucede cuando, en lugar de dejarse llevar por la inercia, decide observar con detenimiento su estilo de liderazgo, su impacto y sus verdaderas motivaciones?

Un líder efectivo no es aquel que simplemente alcanza metas, sino quien desarrolla una autoconciencia profunda de sus actos y de su influencia en los demás. Este líder no teme a la duda; por el contrario, la utiliza como herramienta para mejorar, para desafiar sus propias certezas y para construir desde la autenticidad.

 ¿Qué preguntas debería hacerse un líder hoy?

– ¿Estoy liderando desde un propósito  , un sentido … o desde la urgencia del día a día?

– ¿Mis decisiones consideran a todos los actores del ecosistema, o solo busco el beneficio unilateral de mi área o mi empresa?

– ¿Cuándo fue la última vez que me detuve a pensar en el propósito de lo que hago, más allá de los números y los resultados inmediatos?

– ¿Cómo impacta mi estilo  de liderazgo en la cultura dinámica del entorno ? ¿Estoy abierto a aprender de otras generaciones?

– ¿Estoy creando condiciones para una verdadera  sustentabilidad de la organizacion?

De la inmediatez al propósito

Liderar en automático puede ser tentador, pero también riesgoso. Nos aleja de la capacidad de ver el bosque completo, de entender que somos parte de un ecosistema donde cada decisión afecta a múltiples stakeholders: colaboradores, clientes, proveedores, comunidades y el entorno.

El verdadero reto para los líderes de hoy no es solo alcanzar objetivos, sino hacerlo de manera consciente, sostenible y ética. Es tener la valentía de hacerse preguntas incómodas, de dudar de los propios métodos y de buscar siempre un impacto positivo y duradero.

Porque, al final, liderar no es solo avanzar, sino saber hacia dónde y para qué lo hacemos.

  • ¿Y tú, qué preguntas te haces como líder?
  • ¿Te atreves a dudar para crecer?

ROY J RIZO D’ARTHENAY

Business Coach

Cuando el Rey se hace guía: Humildad en el Museo del Prado

En tiempos donde el protagonismo y el ego parecen marcar la pauta entre los líderes mundiales, el Rey Felipe VI nos dejó una lección inesperada. El pasado 3 de junio, la cuenta oficial del Museo del Prado en Instagram (@museoprado) compartió un video donde el propio monarca, con cercanía y sencillez, hace de guía para explicar el cuadro “Las Meninas” de Velázquez.
Hablar de “Las Meninas” es hablar de una obra que desafía todas las convenciones. La particularidad de Velázquez no está solo en su técnica, sino en su osadía: se coloca a sí mismo en el corazón de la escena, pincel en mano, rodeado de la familia real. No es un simple espectador ni un humilde servidor; es un actor principal, casi un igual entre reyes e infantes. En pleno Siglo de Oro español, donde los artistas rara vez reclamaban protagonismo, Velázquez se autorretrata dentro del cuadro más importante de la corte. Es un gesto extraordinario, casi revolucionario, que revela tanto su ambición como su conciencia del propio valor.
Este acto ha dado pie a cientos de interpretaciones:
¿es una declaración de poder del pintor?
¿Una reivindicación del arte como disciplina digna de los más altos honores?
¿O simplemente un guiño de vanidad?
Lo cierto es que, con este gesto, Velázquez se asegura un lugar eterno, no solo como testigo, sino como protagonista de la historia.
Curiosamente, aunque Velázquez se coloca en el centro de la escena, rara vez firmaba sus cuadros. Este detalle ha sido interpretado de formas muy distintas. Algunos lo ven como una manera de dejar que la obra hable por sí misma, sin la necesidad de estampar el nombre del autor. Otros, en cambio, sugieren que es una muestra de seguridad absoluta, incluso de egocentrismo: su estilo era tan inconfundible que no necesitaba firmar para ser reconocido.
El propio Velázquez dejó alguna pista al respecto. Se le atribuye la frase:
“No es necesario firmar lo que todos saben que es mío.”
Quizás una expresión de egocentrismo, al asumir que su genio es tan evidente que su firma resulta superflua.
Hoy, el contraste es inevitable. Mientras algunos líderes parecen convencidos de que el mundo gira a su alrededor—como Donald Trump, actual presidente de Estados Unidos, o Elon Musk, el hombre más rico del planeta—, el gesto del Rey Felipe VI apunta en otra dirección. Quizá, si vieran este video, podrían aprender algo sobre humildad… o al menos sobre cómo estar en el centro de la escena sin reclamar todo el protagonismo.
En un mundo saturado de egos, la humanidad y la humildad son virtudes necesarias. Ojalá más líderes, sean reyes, presidentes o empresarios, se animaran a acercarse a la gente y dejar que sus actos hablen por ellos, en vez de buscar siempre el centro del cuadro.

Roy J Rizo D’Arthenay
Business Coach