El Herodes que habita en ti

Todos llevamos dentro un Herodes silencioso
que apaga nuestra inocencia como quien sopla una vela.
Mata la curiosidad del niño que fuimos,
ese que preguntaba sin temer al qué dirán.
¿En qué momento permitimos que el rencor
anidara en los rincones del alma?
De niños, las peleas duraban instantes,
el perdón era tan natural como respirar.
Pero crecimos, y con nosotros creció Herodes:
ese que desconfía, que duda, que teme.
Olvidamos que para creer se necesita
el valor de ser ingenuo, como los niños.
La inocencia no es debilidad,
es el coraje de confiar cuando todo dice que no.
Hoy, en el Día de los Santos Inocentes,
reflexionemos:
¿cuándo dejamos que Herodes
nos robara la inocencia?
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