
En aquel rincón del patio, donde cinco años anclamos
nuestros recreos como ritual sagrado,
donde tu humor nunca faltaba
y el tiempo parecía eterno entre risas y jodas compartidas.
Tardé en saber de tu batalla,
mi ausencia del chat grupal,
decisión egoísta que hoy me pesa,
me alejó de conocer a tiempo tu mal.
Te vi un día, recuperado parecías,
con ese optimismo que siempre te distinguió,
guardabas en silencio la verdad que conocías,
mientras tu espíritu nunca se doblegó.
Por ti conocí la revista MAD,
aquellas contraportadas mágicas que al doblar
revelaban secretos que tus ojos de artista
podían con pasión descifrar.
Salí a buscarla, esa revista especial,
después de verte dado de alta aquel día,
la encontré, pensando en tu pronta mejoría,
sin saber que el tiempo me jugaría mal.
Carlos Eduardo, amigo de adolescencia pura,
de esas amistades sin interés ni atadura,
guardián de los recreos, un artista silencioso,
que guardaste tu talento, discreto y valioso.
Algún día, cuando escuche mi último timbre,
volveremos a compartir recreo en algún rincón,
en ese patio eterno donde no existe el adiós.
Mientras tanto, guardo los recuerdos
como testigo de una amistad sincera,
de esos años donde compartimos juntos
el divino tesoro de la juventud.
Descansa en paz, amigo mío
En memoria a :
Carlos Eduardo Chesnau Moreno
16/7/1966 – 24/11/2024
