
El Venezolanismo ( Amor o apego a lo venezolano) no es tal si se desconoce la obra de Luis Mariano Rivera, quien nació un día como hoy, 19 de agosto, en el año 1906, cerca de Carupano en el poblado de Canchunchu. Campesino, autodidacta, poeta, compositor, músico y dramaturgo.
Su formación formal fue sólo hasta tercer grado de primaria. Hay un relato que refiere que a sus 38 años de edad recibió burlas por haber escrito un letrero para su bodega donde se leía «DEPOCITO DE YELO», los escarnios que produjo los errores de aquel humilde aviso publicitario, motivaron a nuestro ilustre personaje a estudiar, a entregarse a la lectura, a aprender mecanografía. Busco mentores para mejorar su escritura , se dice que este afán por mejorar lo llevo hasta el congreso, llegando a ser secretario de su coterráneo Andrés Eloy Blanco. Quizás esa relación género la chispa poética que encendió la sensibilidad por las cosas simples y sencillas de la cotidianidad popular y rural de la Venezuela de entonces . Poeta de la belleza y la sencillez que muchos pasamos por ella sin darnos cuenta ; la cerecita, la guacara, el tucusito, el mango, lucerito, la escoba, la comay Juana Maria, versionada en instrumental por Paul Mauriat y el Canchunchu Florido, que llegó a ser interpretado por la orquesta filarmonica de Londres.
En el título de este post hago referencia a un particular profesor de bachillerato , que tuve la suerte de tener, de nombre Pablo Bravo, quien por su seriedad y solemnidad hacía un perfecto outfit con su apellido. Con el profesor Pablo Bravo conocí las odas elementales de su tocayo Neruda. La Oda a la cebolla me marco, ya que el riguroso profesor de Castellano y Literatura nos puso de tarea hacer un poema acerca de un elemento sencillo y cotidiano, confiezo que no se me ocurrió algo digno de presentar para la tarea asignada, solo un graffiti que anonimamente escribe en el baño y titule Oda al papel, que por respeto a los lectores no escribiré.
Hoy la poesía de lo sencillo como la que salio del puño y de las letras de Luis Mariano Rivera es vital para una sociedad que vive agitada por la demanda tecnológica sin detenerse a sentir, pensar y admirar aquello diario y llano que se vuelve invisible ante la dinámica rutina.
Luis Mariano Rivera vivió una vejez funcional, sobre todo en lo creativo y sensible, vivió 96 años y en ese otoño de su vida dijo :
«Casi no escribo. El paisaje escribe por mi. Todo llega con el…»
Recordemos hoy a Luis Mariano escuchando a Gualberto, quien inmortalizó su poesía y pidamos a Dios que nos permita tener o mantener la capacidad de contemplar la belleza, en aquello que es simple y cotidiano.
Roy J Rizo D’Arthenay
