
Hay quienes piensan que liderar equipo es mover al antojo una batuta, que llaman autoridad, para que la gente simplemente haga caso de las demandas de un arbitrario proceder… y luego que la música termina… voltearse, arquearse, para hacer una reverencia a la audiencia que deberá aplaudir al imperioso director o líder.
Nada más lejos que eso, la batuta esta para el compás, la armonía y la intensidad, para que un equipo no haga ruido, sino para que sigan una melodía y las resonancias individuales se copilen en una unificada percepción auditiva de sonidos, gratos al oído, llamada música.
La batuta no es para que el equipo haga caso, la batuta esta para; dar inicio, dar alineación, dar la entrada en el momento especifico, para que cada miembro ejecute lo ensayado y lo acordado , para dar pausa o fin, e indicar que la pieza termina.
En una orquesta no todos son pianos y violines, hay flautas e instrumentos de percusión, que no se escuchan con frecuencia pero sin ellos la ejecución de la pieza estaría incompleta.
Si te toca dirigir un equipo sigue la analogía del director de orquesta, dale la espalda al público y concéntrate en tener un equipo armonioso, que ofrezca la mejor versión de sus individualidades en pro de entregar a su audiencia, a sus clientes, un resultado de esfuerzo grupal.
Una sencilla y poderosa analogía sobre esta comparación la dijo el predicador Max Lucado
“Aquel que quiera dirigir una orquesta deberá dar la espalda a la multitud.”
